La Iglesia es evangelizadora por naturaleza. La Iglesia es madre, maestra y familia de familias. San Juan Pablo II insistía en que la familia es la “iglesia doméstica.” La familia es el lugar donde se aprende, se vive y se interpreta la fe (DGC 226-227; CCE 2222-2226).. Por ende, toda la familia está llamada a ser santa (Mateo 5,48; Lumen gentium 39- 42).
El Bautismo es la mejor herencia que he recibido. Mis padres me llevaron a bautizar cuando tenía dos meses de nacido. Mi papá me enseñó el Padre Nuestro. Me enseñó que Dios es amoroso y lleno de misericordia. Mi mamá me enseñó el Ave Maria. Me enseñaron a ser cristiano y a amar a la Iglesia de Cristo. ¿Quién te presentó a Dios por primera vez en tu vida?
Una de las preocupaciones de nuestro tiempo es que la mayoría de los padres de familia dejan a sus hijos en la catequesis y no asisten ni a la formación para adultos ni a misa. En el Bautismo, tanto la familia como la comunidad eclesial prometen transmitir la fe a los nuevos cristianos. La Iglesia tiene el deber de apoyar a los padres en la tarea de transmitir la fe a los hijos. De la misma manera los padres de familia tienen la responsabilidad de conocer su fe para ayudar a los hijos a entender la fe que profesan para vivirla al servicio de los demás.
Por tanto, parroquia y familia son corresponsables en mantener viva la llama de la fe en los adultos, jóvenes y niños (DNC 20). Familia y parroquia están llamadas a colaborar en la formación de todos. Mis padres fueron mis primeros catequistas con su testimonio de vida y continua oración (DNC 54C). La formación que recibí de mis catequistas en la parroquia reforzó las semillas de fe que mis padres sembraron.
¿Qué van a hacer con los dones del Espíritu Santo que van a recibir en la Confirmación?, nos preguntó Doña Emma Pasten antes de la celebración del sacramento. Esta pregunta resuena en mi corazón y en mi mente desde mi adolescencia. Si la familia es la “iglesia doméstica” donde se aprende, se vive y se interpreta la fe, la parroquia y la familia deben forjar lazos de colaboración para fomentar la fe de los adultos, jóvenes y niños en una catequesis de por vida. Así las familias, a la pregunta: ¿Quién les ha permitido sobrellevar y superar los problemas y retos en la vida familiar? podrán responder: “Dios”.
José Amaya es director de formación en la fe para la Arquidiócesis Castrense de los Estados Unidos de América.