Me duele mucho ver que nuestros hijos están bombardeados por los medios de comunicación, que presentan una idea equivocada de la sexualidad reducida solo al plano biológico e instintivo. Se les presenta como una búsqueda de placer desconectada de un compromiso personal y afectivo. En cambio, la sexualidad vivida en el matrimonio cristiano es preciosa y buena porque es reflejo de un amor inmenso y total entre los esposos, como el amor de Cristo por su Iglesia. La sexualidad es el mejor modo de comunicarnos como esposos, la forma más perfecta de decirnos: te amo. “La sexualidad es fuente de alegría y agrado” (Gaudim et Spes 49). Para conseguirlo, hay que saber integrar en la sexualidad, todos los aspectos del amor matrimonial, lo sobrenatural, instintivo, biológico, afectivo, y lo espiritual.