Somos misioneros en un mundo que necesita amor y la familia es el seno en donde se forma y alimenta ese amor para llevarlo a todas partes. En muchos hogares en la actualidad vivimos muy ocupados con la rutina diaria del trabajo, escuela y otras obligaciones. Nos olvidamos del tiempo para compartir y alimentar el amor familiar. El Papa Francisco en una audiencia general de enero reflexionó sobre los efectos de la ausencia de los padres en los hijos y en las graves consecuencias de una sociedad que, en la práctica, está formada por niños y adolescentes “huérfanos”.
When our children got engaged, we experienced both joy and concern. We observed the happy couple’s excitement as the wedding plans developed, and we hoped they were ready for what lay ahead of them.
Sabía que era un día especial. Su hijo y su esposa tenían cita con el ginecólogo para el examen mensual y el ultrasonido para averiguar el sexo de su bebé. David y Jessica vivían en otro estado del país. Tenían casi siete años de casados y hasta hace pocos meses habían podido concebir por primera vez. El teléfono sonó. Del otro lado se encontraba su hijo, su voz llena de gozo: ¡Mamá, ya sabemos el sexo del bebé! La madre respondió, espera, no me lo digas, voy a llamar a todos para que te escuchen. La madre llamó a su esposo y a los otros hijos. ¡Es David! ¡Vengan para que nos dé la noticia juntos! Todos llegaron y se reunieron alrededor del teléfono. La madre agregó, ¡ya estamos todos, hijo! David dijo, bueno, les quiero informar que todo va muy bien con el embarazo y… que vamos a tener… ¡un niño! La reacción no se hizo esperar, todos gritaron y aplaudieron con alegría. Hubo abrazos de felicitaciones y hasta algunas lágrimas de gozo por la noticia. No cabía ninguna duda, este bebé era ya amado y esperado con mucho gozo y anticipación.